La playa esta como cualquier otro día de cualquier otra semana anterior, ya son muchos los años recorriendo cada rincón, cada gran roca, cada oscura oquedad y de sestear bajo el calor del sol filtrado suavemente inundándolo todo de luz , pero que mas dan los años cuando lo único que se tiene en cuenta es el trascurrir desde el amanecer hasta el oscurecer, sin faltar un solo día a la cita. Fuertes temporales ya hicieron callo en su cuerpo y en los recuerdo de tiempos vividos. Mares encrespados de aguas y arenas agitadas que parecen querer arrancar del fondo hasta lo más sujeto, han dado forma a su cuerpo y a su carácter, solitaria en extremo y luchadora, nunca tuvo una vida fácil desde que nació y ya entonces tuvo que luchar incluso con sus hermanos por conseguir un bocado, aprender del día a día a sobrevivir.
Cuando me cruce con ella aquel día por tierras gallegas, no era uno predestinado para ello había decidido ir a pasar el día hacia tres horas nada mas, un penoso suceso laboral acaecido hacia dos días en el pozo donde trabajo, y la necesidad de estar solo algún tiempo me puso en ruta desde tierras asturianas hasta esta magnífica costa del bellísimo paraje de Cabo de Bares, en la acogedora y exuberante Galicia, ese mas el tiempo que necesite para vaciar el coche y pertrecharme con mis aparejos, mis herramientas para disfrute y penalidades a veces en el entorno costero. La playa estaba impresionante, majestuosa el color verde grisáceo y las pinceladas de blanco del espumero y la ola
Una fuerte pendiente recorre el pueblo de bares dividiéndolo en dos, callejuelas solitarias en este frio día que me recorro a paso acelerado, como falto de tiempo, tosiendo por el exceso de aire puro, y por la mar que viaja con el viento hasta dentro de mi pecho, aires me llenan estos sufridos pulmones de minero que busca espacios abiertos para desintoxicarse de lo profundo, como antídoto natural a todas esas horas oscuras a ochocientos metros bajo la rompiente y que tallaron mil surcos dañinos dentro de mi
No tarde en reducir el avance, la arena mas alejada del mar esta muy suelta, cuesta andar y parece como si cada dos pasos adelante diera uno hacia atrás, hago recuento de lo que llevo no mucho la verdad, una vara bien antigua de tres tramos y tres metros y con los escritos que el paso del tiempo ha dejado sobre ella, rozada por las muchas salidas , una caja de plástico con unas buenas tiras de calamar de veinte centímetros y una mochilita con el omnipresente chubasquero, también algún artificial que se hoy no empleare, una libretita roída donde apuntar cuanto crea necesario . Miro el agua buscando señales, y abriéndome a las sensaciones que me trae, ya atisbo aquel sitio que me gusto la vez anterior, unas rocas altas rompen la uniformidad del arenal y se meten hacia el mar, imagino corrientes y también pozas escavadas por ellas
Otro lance y otro más que mas me da no tener picada alguna, me encuentro bien pese al frio día de invierno soleado y luminoso, este lance contra aquel hueco la tira avanza bien, es pesada, larga y blanca como el mejor de los anguilones que pueda comprar. De pronto siento un golpe la caña se arquea zumba el freno y de pronto pierde tensión, fácil es de saber que algo detuvo la recogida y no fue una roca, fue una buena picada
Ella se acerco y sin duda, necesitaba calmar su hambre, en su estado el cuerpo le pide más alimento y lo habría de conseguir aunque para ello se expusiese más de la cuenta, la figura que cortaba el horizonte era la mía, la de un hombre solo, haciendo movimientos extraños pero que de ninguna manera parecían peligrosos para su integridad, así que porque irse de su casa, de su parcela de mar en la que tantos años había pasado y tanta prole había traído a este mundo. A la espera paciente de que algo tan atractivo como lo que tuvo en su boca hace un minuto, surcase distraído nuevamente por su protectora morada, y en efecto apareció deslizándose con el atrayente contoneo de la fresca comida, mil datos recorren como un flas cada rincón de su cuerpo disparando instintivamente una frenética carrera, hasta que con una potente aspiración de agua sintió en su paladar la dulzura del sabor conocido, pero algo no está saliendo como siempre, un punzado de dolor como el que ya sufrió años atrás cuando era inexperta, más joven y mucho más violenta, extraños peces las escorporas que mueren haciendo sufrir de lo lindo el paladar de los atrevidos. En esta ocasión es distinto, su labio no puede contener el empuje, no podría ser un animal de los grabados en su instinto a lo largo de los milenios, más fuerza y de vez en cuando parece que ya no hay solución y sin embargo cede la tensión, extraños momentos que jamás vivió
Ya hace un buen rato que mi caña parece estar a punto de partir, un hilo fino como el que me gusta emplear para sentir al pez podría partirse en una carrera del pez, del que ya se su identidad, no podría ser otra, es ella. Tira mas fuerte cada vez que consigo subirla a la ola, después carrera lateral, mis pies mojados y mis pantalones empapados hasta las rodillas
Esto se está alargando mucho y ya no me gusta tanto, pero ella es fuerte y lucha por su vida, por su libertad y por seguir viendo los amaneceres y los atardeceres, también por sentir otro día mas el sol calentar su cuerpo
Ya la tengo vencida, última ola y sobre la arena, me acerco aun temblando ,es preciosa su verde plateado impoluto da mil reflejos sobre mis ojos, la levanto del suelo y me mira, cinco kilos de puro musculo y algo que me chorrea recorriendo mis brazos, lechoso y rosado como su prominente vientre, la miro yo también, le saco el anzuelo la agarro con las dos manos y me adentro en las olas, amiga gracias por el momento y por borrar de mi mente los malos momentos vividos esta semana, con la muerte de un compañero, al que un maldito costero alcanzo mientras barrenaba