El circo de Bujaruelo fue un gran descubrimiento para mí, fue como encontrar ese lugar en el que sientes que ya has estado y al que he regresado año a año como en peregrinación, sus montañas. Las cristalinas aguas repletas de torrentes del valle de Cotatuero y los riscos que lo circundan colmaron mi afán montañero y artístico
Había sido este, un día de los que apenas cuenta el ir y de los que el regresar es lo único que quedara bien grabado en el rincón de los recuerdos. Un descanso para comer un pedazo de pan y una recurrente lata de atún y tras ello, sacar la libreta y comenzar a dibujar. Me había fijado en un grupo de arboles que no parecían tener relación con el resto del paisaje y que parecían asomarse al borde de un cortado…