Este rio, el Esera no es un rio al uso, es un rio de muchas madres y de infinidad de nacimientos. Pero eso si todos esos nacimientos se centran en las abruptas montañas de más de 3000m de los colosales macizos del Posets y la Madaleta , creadoras indiscutibles de un sinfín de torrentes y cascadas, de pozas y de mil y una postales hechas para el disfrute de mis ojos y de los de todos aquellos mortales que se adentran por estas montañas y estos valles
Muchos años redirigí mis pasos por estas tierras y estas frías aguas de Benasque para encontrarme una y otra vez con el Aneto, maestro de obra de todo este roquedal sangrante
Los torrentes que se lanzan hacia el abismo buscando el apoyo como no, de la escalonada roca, han sido en su mayor parte la inspiración de mis apuntes por estas tierras. Poder dibujar del natural en este marco es privilegio de los que no temen surcar caminos embarrados, ascender praderas surgidas sobre las morrenas glaciares y pasar esas noches de julio o agosto sin más techo que el que una minúscula tienda te da
Aun recuerdo la primera vez que mis sentidos se colmaron con las sensaciones de tanta grandiosidad y de cómo meses antes abría los impolutos mapas del ejército, en la mesa de la cocina. Intuyendo las rutas, localizando entusiasmado donde pasaría la noche y donde no. Ese gusanillo que recorre el cuerpo mientras uno sueña con otros lugares, con esas vivencias inmerso en las amadas montañas.
Qué más da si después de tanta preparación de tanto rayar puntos entre las curvas de nivel imaginando llanos o quebradas, riscos o abismos insondables, sea la siempre bienvenida improvisación, la que en definitiva marque nuestra visita